lunes, 27 de marzo de 2017

Entrevista con la vampiresa. Y la dullahan. Y la mujer de las nieves

Demi-chan wa Kataritai


En una época en la que los semihumanos, o demis, se han integrado paulatinamente en la sociedad, el profesor de Biología Tetsuo Takahashi desea elaborar una tesis sobre sus cualidades y los pros y contras de sus poderes en la vida diaria. Para ello entrevistará a tres alumnas demis recién llegadas al instituto en el que trabaja.

Quien se pase a menudo por este humilde blog y haya tenido el estómago de leer alguna que otra reseña sabe que soy fan de la sencillez. No diré no a un espectáculo ruidoso y colorido, o sugerente (abarcando todas las acepciones del término), pero siempre he creído que menos es más. Demi-chan wa Kataritai es un ejemplo perfecto de ello, una combinación redonda de humor, ternura y buen gusto.

Todo comienza con un profesor que se topa con la oportunidad de mantener contacto directo con subhumanos y satisfacer su curiosidad académica, acabando por descubrir que detrás de una amalgama de características singulares no hay más que tres adolescentes que se sienten y se quieren sentir más normales de como el resto del mundo las ve. Del puro interés nace un vínculo delicioso entre las chicas y el profesor Takahashi, lleno de confianza y cariño, en el que todos se influencian hasta convertirse en imprescindible él para ellas y viceversa. Como muestra un botón: la evolución de Yuki, la mujer de las nieves, que ocultaba tras un velo de introversión y miedo a una chica avispada y locuaz.

El vínculo funciona bien, muy bien, porque se construye sobre una genuina relación profesor-alumnas; sin dobles sentidos, sin situaciones rocambolescas ni azarosas. Puede que haya un abrazo por ahí, alguna mejilla sonrojada al usar el nombre de pila por allá, incluso un cierto enamoramiento (platónico) de ellas hacia él, pero son recursos que se enfocan siempre para conseguir el gag humorístico o para recalcar la idea expresada antes: son tres chiquillas que no pueden evitar sentirse a gusto, atraídas por un profesor Takahashi que reivindica la figura del maestro, de esos maestros que van más allá de los libros y las pizarras, de esos que transmiten valores y cercanía, que anteponen la compresión a la regañina. La otra razón de que el ligamen esté bien engrasado son los que lo forman; es imposible que la hiperactiva Hikari o esa Machi más formal y comedida caigan mal; tampoco la ya mencionada Yuki, que rompe el estereotipo melancólico que suele arrastrar la mujer de las nieves; menos aún la profesora Satou, a la que solo puedo adorar por ser tal vez la más inocente y tierna del elenco. 

No hay un gran despliegue técnico en la serie, pero si que se ha hecho un gran trabajo con los medios disponibles. Algún fondo podría estar más trabajado pero en cambio el diseño de personajes me parece excelente, mejorando el estilo algo sucio del manga. La banda sonora está ahí, no molesta pero tampoco enamora, pero la animación llega a sorprender no solo por su calidad sino por su constancia.

Sería osado decir que esta serie es imprescindible, uno no debe ser ligero a la hora de colgar tal etiqueta. Pero sí recomiendo verla por el chute de diversión y cariño que aporta. Las demis siempre están dispuestas a entrar en la vida del que se lo permita.


2 comentarios:

  1. Poco que añadir, una de esas series que sin grandes aspavientos te arranca una sonrisa durante unos 20 minutos que se hacen cortísimos.

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    1. Desde luego, ha sido una de mis favoritas de la temporada.

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