Sin saber cómo, las chicas están metidas en un buen lío. ¡Encerradas con un terrorífico dragón en una ciudad desierta! Sin nadie que les ayude, se las van a tener que apañar solas para escapar de allí. La condición de no iniciada de Coco la va a hacer sentir más lejos que nunca no solo de Agete, sino también de las demás. Deberán superar esas diferencias, juntar sus cabezas y buscar el plan perfecto para "domar" al dragón.
Este segundo tomo sigue teniendo mucho de introductorio, presentando nuevos personajes, dando más pinceladas de este vasto mundo mágico y sus reglas; un ratito de vida diaria en el atelier, una misión bajo la lluvia torrencial... Todo contado con sencillez pero con firmeza, dejando pequeños cabos sueltos para atarlos en tomos sucesivos.
Por cierto, esta serie es una maravilla visual. ¿Os habéis fijado en las manos? Mi lectura ha durado más de lo habitual porque no podía dejar de fijarme en ellas, basta con que os fijéis en las manos de Agete en la portada del tomo. ¡Qué bonitas y qué realistas! En cualquier posición, desde cualquier ángulo, manos de anciano, manos de niña... Kagome Shirahama dibuja unas manos muy expresivas, llenas de vida. De hecho, tanto las posturas de las manos como las de los cuerpos enteros tienen muchas reminiscencias -salvando las distancias, por supuesto- a las esculturas clásicas y a pinturas del renacimiento, es evidente el conocimiento minucioso de la anatomía humana por parte de la autora; el dibujo habla por sí solo, ayuda a contar la historia. Por mucho que lo vea no deja de impresionarme.
Lo mejor: Un espectáculo para la vista; Orugio, el cascarrabias de buen corazón; la astucia simple de Coco para afrontar los problemas.
Lo peor: A veces Agete es cruel con sus palabras.
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