sábado, 4 de abril de 2020

Para lucir hay que sufrir

Runway de Waratte


La ambición de Chiyuki desde que tiene uso de razón es ser modelo y representar a la compañía de su padre en la pasarela de París. Tiene el talento y la determinación, pero su altura la ha alejado de manera casi definitiva de su sueño. Un día cruza caminos con Ikuto, un compañero de instituto con un talento brutal para diseñar ropa, pero su situación familiar y la falta de recursos económicos convierten su sueño de ser diseñador en poco menos que una quimera.

El mundo de la moda es frívolo e implacable, todo se juzga en base a la apariencia y el más mínimo fallo o defecto te apea de él inmisericordemente. En Runway de Waratte la industria rechaza a dos personas por razones muy diferentes: la falta de un atributo físico y la de medios o patronazgo; pero Chiyuki e Ikuto son muy cabezones y piensan meter la cabeza en la pasarela cueste lo que les cueste, enfrentándose a familiares y amigos que insisten en que desistan, mirando de frente a los afortunados que llevan la moda en la sangre y los miran por encima del hombro. Estos 12 episodios son un ejercicio de superación ante la adversidad; un discurso evocador de que el esfuerzo es el alimento del talento, también la fuerza necesaria para derribar puertas cerradas con candado.

La visión de la industria de la moda me parece certera, o al menos todo lo certera que puede parecerle a alguien tan alejado de ella como yo, con explicaciones sencillas del proceso de diseño y la organización de un desfile, con personajes de todo tipo, a veces amables, otras fríos y distantes, incluso crueles, que tienen al amor por la ropa como denominador común. El planteamiento inicial de Runway de Waratte me gusta, con Chiyuki descubriendo y presentando a Ikuto, el otro protagonista; la serie toma la decisión acertada de cruzar relativamente poco los caminos de ambos para dar consistencia a sus historias, para no supeditar una a la otra y acabar en un callejón sin salida. Ahora bien, el principal problema es la composición de episodios: la lógica necesidad de cerrar con el concurso de la Academia Geika, que supone un cambio de ciclo, obliga a contraer la estructura problema-resolución de la serie; esos problemas que acaecen van acompañados de un dramatismo que se antoja excesivo cuando en un solo episodio hay que afrontar y solucionar varios de estos. Así, esos clímax quedan artificiales ante la rapidez con la que llega la solución para poder plantear el siguiente nudo. Es de suponer que el formato del manga da pie a administrar este estilo con más solvencia, pero en el anime no ha funcionado todo lo bien que debería.

Por otro lado, al apartado visual le falta punch. El tema es la moda, lo superficial, la imagen... He echado en falta una paleta de colores más brillante o dotar de más elasticidad a los personajes. La puesta en escena es convencional, en otras series podría ser suficiente, pero la temática invitaba al atrevimiento, a apostar por el glamour. Hay un par de escenas protagonizadas por Chiyuki y Kokoro que reflejan a la perfección todo lo que me inspiraba el concepto de la serie, pero se quedan en meras anécdotas en un conjunto que, como he dicho, podría dar más.

Tal vez me ha quedado una reseña más negativa de lo que pretendía, pero Runway de Waratte es un anime muy potable al que le han faltado pequeños -pero muchos- detalles para conseguir ese aura de gran producto que le presuponía. Desde luego es otra puerta abierta más a un mundo que ni conocía ni me interesaba, pero con una aplicación práctica en la vida real más que evidente si sabemos filtrar la superficialidad y los focos que lo acompañan.

2 comentarios:

  1. Una pena, se ve un material de fondo muy potente (aunque tiene el problema de que en las series artísticas es difícil entender porque alguien gana a otro), pero va todo tan rápido que por momentos el drama se convierte casi en comedia (yo ya me reía con la manager de Kokoro-chan y sus formas de soy villana pero no quiero que se note que soy una tsundere de campeonato)

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    1. Era agotador ver tantas caras de sorpresa y angustia en tan poco tiempo. Yo hubiera apostado por un poco más de mesura, pero de lo contrario la serie no hubiera acabado en el momento perfecto.

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