Claro que no. Es imposible olvidarlo.
Todo en este tomo se reduce a esa pregunta que Kaori le hace a Kôsei poco después de su accidentada actuación en el concurso. Y eso retrotrae al chico a diversos momentos de su pasado en los que no se atrevía, le daban un pequeño empujón y acabó por alegrarse de atreverse. Y dichos momentos son imposibles de olvidar, igual que su alma de músico le impide olvidar todas esas satisfacciones que el piano le causa y que compensan con creces los sinsabores que a veces surgen de sus teclas.
Revivir esta historia a través de la lectura está siendo increíble. Además, hay pequeños pasajes, variaciones que en el anime no aparecieron y que aportan un extra de emoción y ternura. Tal vez sea porque ya conozco el devenir de la historia, pero cada página que leo y cada ilustración de Kaori que veo me embelesan más y más. Estoy deseando leer el siguiente tomo.
Lo mejor: La actuación de Kaori y Kôsei; Watari es más listo que el hambre;
Lo peor: A veces Kôsei es demasiado 'paradito'.
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