miércoles, 11 de febrero de 2015

Canción de Hielo y Fuego IV: Festín de Cuervos

Cuarta novela de la popular saga medieval de George R. R. Martin. Y vuelta a los comentarios literarios en el blog. Espero no haber olvidado cómo se hacían...

La Guerra de los Cinco Reyes se apaga lentamente como la vela a la que no le queda cera que quemar. Robb Stark, Renly Baratheon, Joffrey Baratheon y Balon Greyjoy han perecido y el rey Stanis está ocupado conteniendo a los salvajes en el norte auspiciado por Melisandre. En Desembarco del Rey, Cersei Lannister, tras el asesinato de su padre a manos de Tyrion, gobierna Poniente en nombre del jovencísimo Tommen mientras mira con desconfianza la creciente influencia de la casa Tyrell. Jaime Lannister empieza a abrir los ojos y a defender su quebrado honor mientras intenta dar un final al asedio de Aguasdulces, uno de los últimos territorios rebeldes a la autoridad del rey. En Dorne, las hijas de Oberyn claman venganza por la muerte de su padre y reclaman al príncipe Doran que actúe de una vez. Mientras tanto, en las Islas del Hierro comienzan las disputas entre hermanos e hijos del malogrado Balon por ocupar su lugar en el trono.

A pesar de la enorme extensión del libro, hay muchos personajes de gran importancia ausentes, centrándose en los hechos acaecidos en el sur de Poniente con una Cersei gobernando con torpeza en el intento de relegar a los Tyrell y a la esposa de su hijo, Margaery, al ostracismo; en las Islas del Hierro, con Aeron "Pelomojado" asistiendo a la elección del pueblo isleño de su nuevo rey; y en Dorne, con Arianne Martell, hija del príncipe Doran, conspirando para coronar a Mircella Baratheon reina de Poniente en detrimento de su hermano menor.

Con la cantidad de hechos acaecidos en Tormenta de Espadas, he apreciado un bajón en esta novela. Puede que influya que hay personajes muy importantes y populares ausentes, cuyo destino hay ganas de conocer, puede que también la serie haya comenzado a sufrir un previsible desgaste y carezca del elemento sorpresa de la primera y tercera novelas. Martin consigue contener el decaimiento mostrando una parte más de Poniente que quedaba por ver: Dorne, ese reino levemente inspirado en la cultura latina, caluroso y desértico, de gente de tez tostada, temperamental e impulsiva, gobernada curiosamente por un príncipe envejecido, enfermo y de apariencia pusilánime pero capaz de barruntar y llevar a cabo durante años un elaborado plan de traición a los asesinos de sus hermanos.

Por otro lado, me sigue sorprendiendo las dos caras de la moneda que son Sansa y Arya. La mayor sigue siendo una marioneta en manos de los demás, que siguen jugando con su destino y el de Invernalia cual juego de naipes se tratase. Me sigue intrigando mucho las intenciones de Meñique, que a veces parece que está enamorada de ella -o de la imagen de Catelyn que ve en ella- y otras la trata como a una hija o protegida, procurándole un futuro tanto a ella como al Norte, siendo como es la única heredera viva conocida de los Stark. En cambio, la pequeña Arya, la Gata de los Canales, ha olvidado por completo su identidad en pos de adquirir unos poderes que no sabe a dónde la llevarán. Nadie sabe si una vez los domine recordará los nombres de todas esas personas que llevaron a la Casa Stark y a sus amistades y seres queridos a la desaparición.

En resumen, el inicio del decaimiento de la serie. La calidad narrativa está intacta, pero la ausencia de ciertos personajes y ser la sucesora de una novela tan brutal como Tormenta de Espadas pesan lo suficiente como para sentir un ligero sentimiento de monotonía durante su lectura. Los cuervos aún disfrutan del festín de cadáveres dejados por la tormenta, y pasará mucho tiempo hasta que ese banquete acabe.

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