La música que se toca con el corazón no tiene rival, y si además se toca para alguien se convierte en algo irresistible. ¿Perfección? ¿Técnica? Si no hay sentimiento suena hueca, vacía, y la música debe despertar algo en el interior de los que escuchan, dejar huella.
Kôsei ha removido el interior del público con su actuación, pero sobre todo ha creado una enorme confusión: ¿cuál es el verdadero Kôsei Arima pianista? ¿El otrora llamado "metrónomo humano"? ¿El que aporrea las teclas sin ton ni son? ¿El que conmueve con unos sentimientos puros y honestos? A Takeshi se le cae un mito, Emi vuelve a ver los girasoles, el presidente del jurado se vuelve más cascarrabias que nunca. Pero lo importante es que Kôsei ha vuelto a los escenarios para quedarse.
Y cuando el alumno está preparado el maestro aparece. No hay cosa que más necesite nuestro protagonista que una guía, y no hay nadie mejor que ella para hacerlo.
Lo mejor: la interpretación de Kôsei ha sido tan honesta que Hiroko ha pillado los sentimientos del chaval.
Lo peor: nada en particular.
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