jueves, 31 de julio de 2014

La vida es juego, y los juegos...

No Game No Life


El mundo no es un camino de rosas para casi nadie, y menos para aquellos a los que esta sociedad tan exigente e implacable recluye en sus oscuras habitaciones iluminadas por la pantalla de un ordenador. ¿Qué sería de ellos en un mundo que premiara sus habilidades y conocimientos, donde la socialización fuera algo secundario y la violencia no tuviera cabida? No Game No Life nos da una idea más o menos cercana de ese mundo ideal para frikis.

Sora y Shiro son dos hermanos "NiNis" de gran inteligencia y brillantes en cualquier juego ya sea de azar, estrategia, habilidad, etc. que se esconden en el mundo gamer bajo el seudónimo de "vacío", un jugador invencible del que muchos sospechan hace trampas dada su imbatibilidad. Llevan una vida insulsa, encerrados entre cuatro paredes y sin un reto que ponga a prueba sus habilidades, hasta que son arrastrados por Tet, auto-proclamado dios de un mundo en el que todo, absolutamente todo se decide con juegos.

Ese mundo concebido por y para el juego por un caprichoso y despreocupado dios se convierte en la base y gran aliciente de la serie. Un mundo habitado por dieciséis razas inteligentes, de dispares habilidades y debilidades, que expanden su territorio y ganan poder bajo el yugo de diez mandamientos que garantizan la limpieza de la competición y salvaguardan la vida de todos. El destino de una nación puede decidirse en un cara o cruz, una partida de póquer o mediante palabras encadenadas, cualquier juego es plausible siempre que exista el consentimiento de las dos partes; incluso las trampas son permitidas siempre que no sean descubiertas. Entre esas razas inteligentes se encuentra la humanidad o imanidad, como es conocida allí, la más débil, sin ningún poder mágico y gobernada durante los últimos años por un rey que perdió gran parte del territorio y decidió en su lecho de muerte que su sucesor debía salir de un torneo de juegos de azar. Ahí entrarán en juego los hermanos y conocerán a Steph, nieta del Rey Necio.


Porque un mundo tan original no sirve de nada si no está habitado por gente interesante, Sora y Shiro son sus perfectos moradores. Sora desprende un carisma brutal y domina con autoridad todos y cada uno de los clímax de la serie; su hermana Shiro es la perfecta segunda de a bordo, brillante en cálculo y conocedora de las virtudes y debilidades de su hermano, con el que hace un equipo imposible de vencer bajo ninguna circunstancia. Pero lo que los hace más increíbles y simpáticos es la absoluta ausencia de vergüenza a la hora de mostrar su verdadera cara: son viciosos, pendencieros y provocadores a más no poder; Steph ejerce de "mujer florero" sufriendo gran parte de las perversiones de los hermanos a la vez que cumple un vital papel de informadora sobre las singularidades del mundo de fantasía para con ellos y el espectador.

Otra cosa a destacar es el tono festivo de la serie, su afán por reírse de todo para así dotar a un mundo de juegos del máximo realismo posible. Para ello se sirve de todos los clichés y el fan service típicos del mundillo del manganime: braguitas de rallas horizontales, lolitas de inigualable atractivo, chicas con orejas de animales... Todos esos elementos que enganchan al consumidor más común a devorar los episodios, pero tratados con una gracia desproporcionada que encantará al más crítico con ese tipo de recursos. Y luego están todos los guiños y homenajes a diferentes series y juegos como Jojo's y Ace Attorney, que confieren a la serie de un tono aún más bromista y gamberro si cabe.

Técnicamente No Game No Life sale muy bien parada. El mundo es similar a un enorme tablero de juego, lleno de enormes piezas de ajedrez y de colores muy vivos y fuertes. Los personajes está diseñados con líneas fuertes y algo angulosas en el rostro, con una mención especial para las chicas y la raza de los hombres bestia y su habilidad especial. La animación es perfecta, ni un solo bajón de frames ni deformaciones de los personajes al moverse.

Un mundo donde jugar se convierte en la única manera de sobrevivir, donde gana el pícaro e inteligente y al fuerte no le sirve de nada su poder; tal vez sea un mundo más utópico de lo que en realidad parece, en el que todos puedan disfrutar juntos sin restricciones ni limitaciones más allá de la habilidad. Porque como dicen los protagonistas, la vida es un juego defectuoso en el que ni las reglas ni el objetivo están claros. 

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