Dr. Stone
El primer cuarto del siglo XXI está viniendo acompañado de una hornada de mangas y animes dirigidos al público joven que dejan la batalla y la violencia en un segundo plano para aupar al ingenio como principal arma para desarrollar historias relativamente inteligentes y complejas que consigan enganchar al público. Dr. Stone tal vez sea una de las más representativas de ese tipo de series, poniendo en el foco a un debilucho que se sirve de su inteligencia y perspicacia para hacer realidad todo tipo de artilugios tecnológicos y sobrevivir con más facilidad en un mundo que ha retrocedido a la Prehistoria. Y, ciertamente, engancha, porque el espectador casi nunca es capaz de adivinar qué nuevo invento o innovación va a traer de vuelta, ni la utilidad del mismo en una situación para la que no parece indicado en absoluto. No obstante, me parece curioso que una serie tan enfocada a la ciencia y que se preocupa por explicar con relativa profundidad los pasos a dar hasta llegar a una determinada invención, exija al espectador un constante acto de fe: partiendo de la base de un adolescente que es literalmente la enciclopedia británica de carne y hueso, hasta la creación de antibióticos y vidrio en un mundo primitivo, pasando por la analepsis de Byakuya y la tripulación de astronautas, cumplidora en emotividad y lazo de Senku con el poblado, pero científicamente muy cogida por los pelos. No es malo per se que la serie recurra a la complicidad del espectador para superar ciertas trabas en el guion que la realidad no permitiría, pero parte del proceso de elaboración e innovación queda un poco cojo sin nuestra colaboración.
Visualmente la serie va sobre seguro, aprovechándose del espectacular dibujo de Boichi para economizar en otras áreas. Tiene una animación eficiente que nunca da sorpresas desagradables pero que tampoco recurre a la fluidez, sino a aprovechar muy bien su fotografía y planos fijos dinamizados con hábiles movimientos de cámara y efectos de sonido potentes. Sus personajes se deforman con facilidad y presteza para apuntalar la vis cómica de la serie, y los primeros planos de las chichas son simplemente cautivadores. Un trabajo cumplidor, de manual.
Tiene muchos defectos que pulir -algunos muy difíciles de pulir- pero Dr. Stone es un entretenimiento muy divertido y aceptable. Mi único deseo es que el ingenio y la inventiva de Senku lleven la Stone Wars por unos derroteros muy diferentes de los que la mayoría suponemos. El ramen y el algodón de azúcar invitan a la esperanza.

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