Familia por casualidad

Bokura wa Minna Kawaisou

La sencillez es una cualidad que muchas veces se usa de manera errónea para criticar un anime. Pero muchas veces no hacen falta frases grandilocuentes o guiones enrevesados y tramposos para construir una buena serie, basta con el día a día, con personajes normales llenos de defectos que los hacen más simpáticos y una pizca de amor adolescente.

Kazunari Usa está deseoso de librarse de sus padres y llevar una vida sencilla, sin sobresaltos. Aprovecha la entrada en el instituto para comenzar a vivir por su cuenta en la residencia Kawai. El problema es que los inquilinos de dicho hogar son de todo menos normales y no tienen la más mínima intención de aportar tranquilidad al pobre Usa, aunque todo tiene su recompensa, como vivir con Ristu, la chica de la que está enamorado.

La sencillez máxima, el pasar de los días y las miradas apasionadas de Usa a Ritsu. Puede parecer aburrido, pero no hay que olvidar al resto de residentes de la residencia, lo suficientemente poco cabales para sacar de sus casillas a un protagonista de lo más cabal. Ese es el punto fuerte de esta serie en particular y del resto en general, un conjunto de secundarios que agitan a los protagonistas en pos de la historia. Estos lo hacen mejor que nadie: Mayumi y Sayaka guían la conquista de Ritsu por Usa (a veces con bastante malicia) mientras se enzarzan entre ellas; entre el masoquismo y juegos, Shiro se convierte en una sorprendente voz de la razón; la señora Sumiko pone orden entre sonrisas espeluznantes. También están la pequeña Chinatsu, compañeros de instituto y de trabajo, todos ellos con su pequeña historia que protagonizar y su granito de arena que aportar.

Pero lo mejor de todo no son los magreos de Sayaka a Mayumi, las ocurrencias de Shiro o las inclinaciones sádicas de la pequeña Chinatsu. Me quedo con la relación que nace entre los miembros de la residencia, la sensación de familia y unidad que hay entre ellos. No importa que se lleven como perros y gatos, que se saquen los defectos los unos a los otros, ni siquiera que estén continuamente lanzándose pullas, si uno pasa por un momento difícil el resto acude presto a ayudarlo con todo lo que tienen, ya sea impartiendo una clase magistral sobre la vida o preparando para cenar el plato favorito del damnificado. Mayumi y sus fracasos amorosos lo saben mejor que nadie.

La parte técnica es muy satisfactoria, diseño de personajes perfecto, con unos primeros planos de las chicas maravillosos, colores muy brillantes y alegres para enfatizar el carácter cómico de la serie y animación más que cumplidora. Lo único que he echado en falta han sido doce episodios más para alcanzar una cifra más común en este tipo de series y desarrollar un poco más la relación de Usa y Ritsu, que avanza a ritmo de tortuga; tal vez también para meter más en la rutina de la residencia a un par de secundarios. De todas maneras el final ha sido decente, dejando la puerta abierta a una segunda temporada o a la posibilidad de engancharse al manga a partir de ahí.

No es el primero ni tampoco último slice of life ambientado en una residencia habitada por huéspedes de dispar carácter y procedencia, ni se afana por reinventar el género, ni siquiera abandona los clichés que acompañan a este tipo de series. No va a pasar a la historia ni entrará en el top ten de la mayoría de nosotros, pero es una serie que cae bien, que arranca una carcajada a menudo y que deja un grato recuerdo en nuestra cabeza. Con eso es más que suficiente.