Hataraku Saibou
Dentro del cuerpo humano viven aproximadamente 37 billones de células que trabajan 24 horas los 365 días del año. Entre ellas se encuentran una eritrocito despistada con tendencia a perderse y un leucocito de gran instinto asesino.
Que los más veteranos del lugar, mientras veíamos esta Hataraku Saibou, recordáramos Érase una vez... La vida era inevitable. Lejos quedan ya esas mañanas en las que nos quedábamos embobados mirando la televisión mientras nos enseñaban a traición cómo era y funcionaba nuestro cuerpo, y lo rebosante de vida que estaba en su interior. Simpatizábamos con los glóbulos rojos en su largo peregrinaje por todo el cuerpo transportando oxígeno y dióxido de carbono, nos entristecíamos hasta la lágrima cuando las plaquetas se sacrificaban para cerrar una herida... La serie de animación francesa es una parte indispensable de mi infancia y la de muchos otros, un grato y perenne recuerdo.
Aunque Hataraku Saibou devuelva a la primera fila dicho recuerdo, poco o nada tiene que ver con la veterana serie de animación gala. Comparten escenario y reparto de personajes, pero les da una vuelta hasta adaptarlos a la estética anime de sobra conocida por expertos y profanos. El cuerpo humano se convierte en una enorme ciudad llena de edificios, pasillos, industrias y parajes naturales; un mundo vasto y variado donde cada órgano asimila sus funciones a las características de dichas instalaciones: el estómago es un horno gigantesco y peligroso que deshace los alimentos llegados del exterior, el corazón un templo sintoísta que organiza y guía a las células sanguíneas a golpe de gong. Por otra parte, las células adoptan forma antropomórfica, estilizada y atractiva, uniformados de manera que sean, en general, su tipo y función sea fácilmente distinguible, aunque se permite introducir ciertos rasgos y vicios hace tiempo asimilados por el mundillo, sirvan de ejemplo las adorables plaquetas o las células macrófagas, elegantes hasta la pompa a la par que inmisericordes con cualquier patógeno que invada su mundo.
A lo largo doce episodios, se van explorando distintas partes del cuerpo mientras este es atacado por diferentes bacterias y virus provenientes del exterior. Su formato autoconclusivo y el apoyo de la narradora explicando con detalle todo lo que acontece en la pantalla, fomenta la parte más divulgativa de la serie. En general, todos los procesos que ocurren en el cuerpo están bastante bien explicados y asimilados por la estética adoptada por el anime, excepto en ciertos conceptos relacionados con la circulación sanguínea que flaquean, como la presión sanguínea y la función del corazón, fruto de dotar de personalidad , y sobre todo, independencia a las células. Es una serie bastante inocente e inocua, siempre hay final feliz, los malos son derrotados y los problemas de salud se superan gracias a los esfuerzos de las células y a alguna ayuda ocasional del exterior.
Como he comentado antes, visualmente es bastante vistosa y resultona, a veces a cambio de convertir algún concepto o proceso de nuestro cuerpo en un poco menos intuitivo, aunque simultáneamente otros se comprenden con mucha más facilidad. Su animación no es precisamente de primer orden, pero está lo suficientemente cuidada para no deslucir el conjunto general; además, creo que es un anime donde la fotografía debe estar por delante de la animación.
Hataraku Saibou es un anime curioso, que usa el microscopio para enseñarnos la gran aventura que acontece en nuestro interior, donde sus habitantes trabajan de manera incansable y desinteresada para mantener su mundo a pleno rendimiento. ¿No os dan ganas de echares una mano desde el exterior y cuidaros, aunque sea un poco?